Un domingo de mayo, con la brisa del Pacífico como telón de fondo, Ensenada festeja su cumpleaños número 143. En los jardines del Centro Cultural Riviera, el aire se llena de aromas salinos, notas musicales, risas que se expanden como olas suaves. La ciudad se mira al espejo del tiempo y sonríe. Celebra como solo Ensenada sabe hacerlo, entre mariachi, DJ, gastronomía local, familia, historia. El corazón de Baja California late más fuerte al compás del grupo Elefante, que cierra la noche en un escenario que no necesita más que estrellas y palmeras para deslumbrar.
El alma de un puerto con historia
Fundada oficialmente el 15 de mayo de 1882, Ensenada dejó de ser un rincón apartado para convertirse en un epicentro de cultura, vino y mar. Caminar por su malecón es pasear por un archivo vivo de memorias, ver las pangas que regresan con la pesca del día, observar cómo el sol dibuja una línea de fuego sobre el océano. Las calles llevan nombres que resuenan en la historia de México, los edificios antiguos narran sus batallas contra el tiempo.
El Centro Cultural Riviera, que en otra vida fue un hotel de lujo, ahora es un santuario donde conviven leyendas, arte, conciertos, exposiciones. Sentarse en sus jardines, mirar el oleaje desde sus balcones, es conectarse con una Ensenada eterna, amable, resguardada por los vientos del norte.

Vino, olas y cocina que abraza
Ensenada huele a sal y a vino nuevo. La Ruta del Vino comienza aquí, entre caminos serpenteantes, campos dorados, casas vinícolas que parecen haber brotado del suelo como ensoñaciones. Nombres como Monte Xanic, Bodegas de Santo Tomás o Bruma vinícola invitan a detenerse, a probar, a brindar. La cocina sigue el mismo camino, ingredientes del mar y de la tierra, manos sabias, recetas que mezclan herencia mediterránea con identidad bajacaliforniana, como Calma restaurante o unos mariscos en la carreta de El Güero, tostadas, ceviches, ostiones, lo que pidas, te robará el corazón.



Lugares que no pueden faltar en tu viaje
El Museo de Historia de Ensenada guarda mapas, fotografías, relatos de cuando la ciudad era apenas un asentamiento. La Bufadora, ese géiser marino que ruge y escupe espuma, es una maravilla geológica que no necesita palabras. Playa Hermosa y Playa San Miguel ofrecen atardeceres que pintan la piel de tonos dorados, ideales para surfistas, soñadores, caminantes.
El Parque Nacional Constitución de 1857, a unas horas tierra adentro, guarda un ecosistema de pinos y lagunas que parece sacado de otro planeta. Si el cuerpo pide descanso, los spas de la región ofrecen masajes con aceite de uva, rituales con lavanda, tés de hoja seca que calman el alma.
Ensenada es una celebración continua
Cada aniversario es una excusa, una chispa, un pretexto para volver. Pero la verdadera razón está en el ritmo pausado de sus días, en su gente que saluda con la mirada, en la posibilidad de vivir el presente con la calma de quien sabe que está donde debe estar. Ensenada es el tipo de lugar que se lleva dentro mucho después de haber partido.
Cuando el grupo Elefante cantó su última canción y la gente aplaudió mirando al cielo, todo queda dicho. Ensenada no celebra solo su fundación, celebra su promesa constante de asombrar a cada visitante nuevamente.
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