Es muy probable que estas líneas las leas en un clima bastante cálido, un ciclo más está avanzando y hay pocos lugares en el planeta donde el frío aún esté haciendo de las suyas. Conocer nuevos lugares es nuestra suerte, así decidimos jugárnosla y creemos que estamos ganando, aunque en ocasiones el frío se siente más en el alma que en la montaña.
Quizás a ustedes les pase, pero seguido damos las cosas por sentado, a veces la edad tiene un poco que ver y mientras más jóvenes, así lo hacemos. Pero conforme vamos ganando experiencias de vida, y años, surgen más preguntas como por ejemplo: ¿a quién demonios se le ocurrió venir a este lado del mundo? Tal vez a alguien con el mismo ímpetu de descubrir caminos y nuevas historias, ¿a qué vamos con esto?
Por el año 1741, un navegante danés llamado Vitus Jonassen Bering, recorrió las aguas de lo que ahora se conoce como Columbia Británica. En 1774 la costa fue dibujada en los mapas del explorador español Juan Pérez; cuatro años después, el comercio entre británicos e indios americanos de la costa norte dio cabida por el capitán James Cook, a Nootka.
Gran parte de la cartografía de la provincia, tanto del relieve de su costa como de sus islas, se pudo hacer posteriormente gracias a dos expediciones: una española y otra británica. Los británicos eran comandados por el oficial de la marina, George Vancouver, pero España abandonó la región mediante la convención de Nootka.
En el año 1793, el explorador británico Alexander Mackenzie, al servicio del comercio de pieles de la Compañía del Noroeste, remontó, desde el lago Athabasca, los ríos Peace y Parsnip, en busca de una ruta por tierra hacia el Pacífico.
Un gran amanecer
Despertar en una nueva ciudad no es fácil, en ocasiones el horario te juega una mala pasada, o a veces sólo te duele el trasero por varias horas sentado. Llegar a Vancouver desde la Ciudad de México ha sido tarea fácil gracias a Air Canadá, a pesar de acompañar a un equipo juvenil y enérgico durante cinco horas y media.
Entrar al país, sigue siendo sencillo, sin embargo, a más de uno nos sorprendió la acción tan repentina de exigir una visa desde el pasado 29 de febrero, aquí puedes leer quiénes están exentos. En este viaje ‘invernal’ hicimos un itinerario atípico, algo que nos caracteriza, pero que les dará la oportunidad de descubrir nuevas experiencias y que a veces uno ni se imagina puede realizar.
Es momento de abordar la van que nos llevará a nuestro primer destino: Whistler. Pero como siempre se los hemos dicho, debemos estar al pendiente de nuestro recorrido, y en Canadá denlo por seguro que sus paisajes se encargarán de quitarles el aliento a cada rato.
El trayecto de dos horas y media en auto es un recorrido sensorial por las bellezas que alberga la autopista Sea to Sky Highway, siéntate del lado del chofer y si puedes de copiloto, qué mejor.
Cabe señalar que Whistler fue una de las sedes principales de los Juegos Olímpicos de invierno en los que fue anfitrión Vancouver en el 2010. Sus dos montañas Whistler y Blackcomb son de las favoritas para los amantes de ski, pues tienen diferentes grados de dificultad.
Whistler y sus experiencias con mucho estilo
Parte del encanto de dicho lugar es la villa localizada en las faldas de ambas montañas donde se encuentran hoteles, chalets, numerosas tiendas y actividades ‘aprés ski’ para disfrutar después de una jornada de divertirse en la nieve.
Justo nuestro hotel nos espera en medio del bosque y rodeado de montañas, el Four Seasons Whistler te hará disfrutar de la vida alpina que uno ha visto en películas y documentales, una experiencia épica que no sólo disfrutarás con nieve. Cada cambio de estación parece un nuevo destino y cuando la nieve se despide, el lugar se vuelve soñado para practicar ciclismo de montaña y senderismo.
Cuando se habla de un destino de nieve, se da por sentado que todos quieren esquiar o hacer snowboarding, y que debe ser super sencillo pero la verdad es que no lo es. Sin embargo, hay lugar para todos en esta experiencia, pero nosotros antes de ir y elegir estar todo el día cayéndonos, te recomendamos que primero te des una vuelta por el lugar. Por lo general se le destinan unos 4 o 5 días así que relájate, vas a tener tiempo para rentar tus esquís y deslizarse con gracia por la nieve.
A comeeer!
¿Qué te parece comer en lo más alto de la montaña Backcomb a unos 1,860 metros de altura, en Christine’s? Debes reservar con antelación y ser puntual, ya que es uno de los restaurantes más exclusivos, con una amplia oferta en cervezas y vinos de la zona. No te pierdas su Crispy Pork Belly.
Bien dicen que ‘panza llena, corazón contento’, ahora es momento de cruzar PEAK 2 PEAK es el paseo en góndola más grande y largo del mundo, pues recorre 4.4 kilómetros a 436 metros de altura entre dos grandes montañas. Las vistas que se aprecian por las ventanas del teleférico son inauditas y algunos de los carros gondoleros tienen el suelo de vidrio, no importa en qué época del año lo hagas.
Es imponente cómo puede cambiar el clima de montaña a montaña y pensar que estás en lugares totalmente alejados por cientos de kilómetros. Al bajar de la cumbre, podrás descubrir sus tiendas especializadas en artículos de temporada, algunos con muy buenos descuentos, y aunque no lo creas, en época invernal debes llevar tu traje de baño que podrás usar en la alberca del hotel, del que más adelante hablaremos.
Conozcamos un poco de arte
Al andar por la villa existen dos museos que te pueden explicar más de esta maravillosa tierra, y de sus pobladores. Por un lado, el Squamish Lil’wat Cultural Centre repasa las tradiciones de las Primeras Naciones de Canadá. En su colección permanente encontrarás objetos, prendas de vestir, obras de arte o canoas, además de contar con exposiciones temporales que profundizan aún más en su legado.
Por otro lado el Audain Art Museum, desde su arquitectura te dejará con un excelente sabor de boca y toda la historia que resguarda donde encontrarás cerca de 200 obras que reflejan el arte de la Columbia Británica del sigo XVIII al XXI. Una colección privada del filántropo y patrocinador de arte, Michael Audain y su esposa Yoshi Karasawa.
De regreso al hotel, si nos hiciste caso y llevas un traje de baño, es momento de una tarde de relajación en su alberca al aire libre estilo nórdico, con saunas, jacuzzis y cuartos de vapor listos para vivir una experiencia como ninguna. Tú sólo relájate mientras ves la nieve caer durante invierno y disfrutas de una bebida energizante.
Cae la noche, tomas un baño y la aventura no termina. Esto suena a Las Vegas o Nueva York, pero esto apenas empieza. ¿Te atreverías a subir la montaña de noche, pero ahora en motonieve para disfrutar de un delicioso fondue y con la vista de toda la villa iluminada?
La experiencia en nieve continúa
Pero si crees que esta experiencia es muy aventurera, no te preocupes puedes montar un Cat Ski, en pocas palabras un tractor de nieve totalmente equipado para subir a la montaña de manera cómoda y sin tanta adrenalina, sólo por favor, siempre tengan mucho cuidado al subir y bajar escalones, la nieve debe tomarse con mucho respeto y jamás confiarse.
Bienvenidos a Crystal Hut, el lugar ideal para una cena con amigos, música en vivo, chocolate caliente y porqué no unos vinos o cerveza local. Lo que decidas comer, simplemente será gratificante.
Como se darán cuenta, Whistler se trata de subir y bajar la montaña de todas las maneras posibles. Aquí lo importante es divertirse a su ritmo y de la manera que más les interese.
Para los expertos en la nieve, hay más de 200 pistas, que van desde aquellas que son para principiantes hasta pistas negras de doble diamante. Se puede elegir entre esquí alpino, backcountry, heli, cat y nórdico, snowboarding,tubing, sliding, o simplemente pasar volando a más de 2,100 metros arriba de ríos, cañones y bosque en la tirolesa Sasquatch.
Esta historia no termina aquí
Por supuesto que nuestra experiencia viajera a Canadá aún no termina Whistler es nuestra primera parada. Espera la próxima entrada de este increíble viaje, misma que también puedes leer en la edición de abril de La Revista, en el siguiente link
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