El asfalto se extiende como un hilo infinito bajo el sol de California. A lo lejos, el neón de un motel parpadea entre el calor del desierto. La Ruta 66, la legendaria carretera que ha inspirado canciones, novelas y sueños de libertad, está por cumplir 100 años. Y aunque su recorrido atraviesa ocho estados, es en California donde la «Carretera Madre» encuentra su desenlace más cinematográfico. Aquí, entre paisajes áridos, pueblos detenidos en el tiempo y el océano Pacífico como telón de fondo, la ruta se despide con la misma mística con la que comenzó.
Needles: Entre el desierto y la nostalgia
Needles es la primera parada en California, una ciudad abrazada por el desierto de Mojave y las aguas del río Colorado. Aquí, la historia ferroviaria y el legado de Charles M. Schulz, el creador de Peanuts, se entrelazan en un susurro de vías oxidadas y estaciones restauradas. En el Needles Regional Museum, las historias del Viejo Oeste se mezclan con los recuerdos de la icónica carretera.
Ludlow y Amboy: Postales del pasado
El siguiente destino es Ludlow, un pueblo que parece suspendido en el tiempo. Su café histórico aún recibe a viajeros con café humeante y el eco de conversaciones de épocas pasadas. Más adelante, Amboy y su icónico Roy’s Motel and Café emergen como un espejismo en medio del desierto. Su letrero de neón sigue brillando, una postal viva de la era dorada de los road trips. Cerca de ahí, el Amboy Crater invita a los más aventureros a caminar sobre paisajes volcánicos que parecen sacados de otro planeta.

Barstow y Victorville: Entre trenes y recuerdos
En Barstow, la Ruta 66 cobra vida con estaciones de tren restauradas como la Harvey House y paradas excéntricas como Elmer’s Bottle Tree Ranch, un bosque de botellas de vidrio que tintinea con el viento. En Victorville, el California Route 66 Museum resguarda señales vintage, bombas de gasolina retro y escenarios listos para una foto digna de la carretera más famosa de América.
San Bernardino y Rancho Cucamonga: Un viaje en el tiempo
San Bernardino es hogar del Wigwam Motel, donde aún se puede dormir en un tipi moderno. Aquí también nació la primera franquicia de McDonald’s, hoy convertida en un museo nostálgico. A medida que la ruta avanza, Rancho Cucamonga sorprende con viñedos que contrastan con el polvo del camino y la histórica Cucamonga Service Station, un pedazo restaurado de la época dorada del automóvil.

Pasadena y Los Ángeles: Cultura, arte y estrellas
El viaje continúa hacia Pasadena, donde la histórica Colorado Boulevard vibra con la energía de la Ruta 66. El Gamble House y el Norton Simon Museum son paradas obligadas para los amantes del arte y la arquitectura. Luego, Los Ángeles abre sus brazos con barrios icónicos y paradas legendarias como Mel’s Drive-In, Griffith Observatory y el Paseo de la Fama en Hollywood.

Santa Mónica: El fin de la ruta, el inicio del océano
Finalmente, la Ruta 66 se encuentra con el océano en Santa Mónica. En el muelle, el letrero “End of the Trail” marca el final de un viaje que es, en realidad, solo un nuevo comienzo. Entre la brisa marina y el crujir de la madera bajo los pies, el espíritu de la Ruta 66 sigue vivo. Aquí, al borde del mundo, la carretera se funde con el horizonte, dejando una estela de sueños, gasolina y asfalto que nunca termina del todo.

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