Ya no es un secreto para nadie que también se conoce un destino a través de la comida. Si nunca has planeado un viaje con la gastronomía como protagonista, este podría ser el momento perfecto para empezar. Así que hoy te invitamos a descubrir el mundo a través de viajes gastronómicos, rutas llenas de sabor, cultura y experiencias que se quedan contigo mucho después del último bocado. Porque viajar no sólo es ver paisajes, también es saborearlos.
¿Sabías que Francia, Japón e Italia son los países con más restaurantes con estrella Michelin en el mundo? Este dato te da una idea de la riqueza y diversidad gastronómica que te espera en los viajes gastronómicos. Desde la elegancia de París, la tradición milenaria de Tokio, hasta los sabores auténticos de Roma, cada destino ofrece una experiencias única que conecta cultura, historia y pasión en cada plato.
Pero ya hablamos bastante, es momento de decir buen provecho en varios idiomas. Aquí te dejamos algunos destinos que tienen platillos que no puedes dejar de probar en tu próxima travesía de sabores.
Okinawa, Japón
Aquí sus habitantes en ocasiones superan los 100 años de edad, pero no es lo único que llama la atención, sino que se posiciona también como un destino gastronómico. Sus platillos combinan tradición y modernidad, por ejemplo, el tofu es artesanal y se prepara a mano, las frescas algas que acompañan el cerdo rafute, un platillo de panceta cocida a fuego lento en salsa de soya, azúcar y licor local, lo que se traduce en una carne tierna y con un sabor que combina muy bien lo dulce y lo salado.
También puedes encontrar un ramen reinventado con toques cítricos y frutas tropicales como la piña o el yazu, una fruta cítrica parecida a la lima o a la mandarina, de hecho, en Japón es un alimento muy valorado que incluso se utiliza en productos de belleza.
Lejos del ritmo acelerado de Tokio u Osaka, la cocina de Okinawa destaca por ser fresca, honesta y profundamente ligada al bienestar, todo esto en un entorno de playas vírgenes y aguas cristalinas.
Puglia, Italia
Las reservas en las tradicionales masserìe, antiguas casas de campo convertidas en encantadores alojamientos rurales en el sur de Italia, no paran de crecer, y no es sólo por sus playas con azules increíbles, hay más que eso. En cuanto llegues, te sugerimos buscar talleres para aprender a hacer orecchiette, una pasta típica con forma de pequeñas “orejitas” que se prepara a mano y se disfruta con salsas caseras. Créenos, hacer pasta desde cero se vuelve un plan divertido para compartir.
Pero también, debes hacer una parada para deleitarte con el aceite de oliva extra virgen, que también se roba el show, especialmente en las rutas de oleoturismo, donde puedes catar aceites como si fueran vinos de alta gama.
Pero lo que realmente enamora es el crudo di mare: pescado fresco servido crudo, que a menudo se disfruta junto con burrata, ese queso cremosito que es un verdadero placer para el paladar.
Fuyaira, Emiratos Árabes
A orillas del Golfo de Omán, se erige Fuyaira uno de esos lugares que son poco explorados pero que todo viajero foodie debería tener en su radar, porque aquí los sabores mandan. Imagínate que el pescado llega directo del mar a las brasas, cocinado sobre la arena justo después de ser capturado.
La cocina khaleej cobra nueva vida en manos de chefs libaneses e indios que la reinterpretan con un toque moderno, sin perder su alma. Entre los imperdibles están el machbous, con su arroz especiado y mariscos frescos, o de pollo, y el cremoso harees, un guiso de trigo y cordero que es pura tradición emiratí servida al estilo casero. Comer en Fuyaira es una experiencia que se queda contigo.
Zanzíbar, Tanzania
La mítica isla de las especias, se reinventa para los paladares curiosos. Más allá de sus playas cristalinas y su arquitectura de raíces omaníes, este destino te invita a saborear su cultura a través de rutas gastronómicas que mezclan tradición, sostenibilidad y frescura.
En las granjas de especias, la experiencia es tan aromática como educativa: vainilla, canela, clavo y cardamomo se descubren entre árboles y relatos locales. Mientras tanto, restaurantes emergentes reinventan la cocina swahili con un toque creativo.
A tu mesa llegan platos como el pulpo a la brasa, el curry de coco, el clásico ugali, una masa suave de harina de maíz que acompaña casi todas las comidas locales, y el exótico Zanzibar Mix, una sopa que combina frituras, mango verde, chutney y fideos en una mezcla explosiva. Todo esto, acompañado de clases de cocina al atardecer, convierte a Zanzíbar en un destino donde el sabor también cuenta historias.
Viajar con el paladar es descubrir una cultura desde lo más profundo: sus ingredientes, sus historias y sus rituales cotidianos. En cualquier parte del mundo la cocina se saborea, pero también se vive.
Desde las antiguas masserìe de Italia hasta las spice farms de Zanzíbar, cada destino ofrece una experiencia que despierta los sentidos y enciende el deseo de seguir explorando. Así que prepárate para tu próxima aventura culinaria, porque viajar y comer son, al final, dos formas de disfrutar la vida al máximo.
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