Tomás

Mano izquierda, mente global: el trazo resiliente de Tomás Ortiz

En Tijuana, los días nacen con el aroma a mar y el rumor de una ciudad que se transforma a cada paso. Ahí creció Tomás Ortiz, cruzando de ida y vuelta la frontera con la naturalidad con la que se cambia de idioma o de ritmo, aprendiendo que el diseño no siempre empieza con una línea, a veces comienza con una pregunta. Desde entonces ha trazado un mapa de experiencias que abarca San Francisco, Los Ángeles, Roma y Riad, donde la arquitectura no solo se construye, también se negocia, se cuestiona, se sueña.

Más allá del diseño: las capas ocultas de la arquitectura

Para Ortiz, la arquitectura no se reduce a diseñar fachadas espectaculares o espacios que se fotografían bien. Esa es solo la superficie. El corazón de su oficio pulsa en lo invisible, en lo técnico, en lo que muchos no ven. Menciona con frecuencia lo mucho que se piensa que ser arquitecto es solo dibujar o tener buen gusto estético, pero la realidad va por otro lado. Ser arquitecto implica lidiar con normativas, coordinar ingenierías, hacer estudios de suelo, entender flujos financieros, estudiar la orientación solar, prever el mantenimiento, liderar equipos técnicos, gestionar licencias, saber negociar.

Detrás de los grandes despachos hay perfiles que raras veces salen en las revistas. La arquitecta que coordina la ejecución, el experto en normativas urbanas, el diseñador de sistemas hidráulicos, la mente que calcula la eficiencia energética del edificio. En la obra de Ortiz todo eso coexiste.

Su admiración por la arquitectura no parte únicamente de lo estético, sino de cómo un proyecto puede dialogar con el contexto, el tiempo y la experiencia humana. Le interesan las estructuras que trascienden la función y se integran de manera orgánica a la vida cotidiana, aquellas que entienden el entorno, que provocan una reacción emocional y que, aún con el paso de los años, siguen revelando nuevas capas de significado.

Tomás

Empresario, arquitecto y editor del espacio

En los últimos años, Tomás ha explorado un rol que a muchos arquitectos les incomoda: el de empresario. Lejos de entender la rentabilidad como un fin, la concibe como una herramienta para lograr impacto. Diseñar, sí. Construir, también. Pero sobre todo, desarrollar proyectos que puedan sostenerse, replicarse, aportar algo más que formas bonitas.

Actualmente lidera un proyecto de seis unidades residenciales en Baja California. La propiedad ya está adquirida, el diseño se cocina en casa. Su equipo se encarga de cada trazo, cada cálculo estructural, cada detalle legal. La zonificación se convierte en brújula. Las decisiones no son solo estéticas, también éticas. Se trata de edificar con responsabilidad, con oficio, con visión a largo plazo.

Cuando el trazo renace desde el otro lado del cuerpo

En 2022, un accidente lo llevó al borde. Una lesión en el plexo braquial derecho lo obligó a redibujarlo todo, literal y simbólicamente. Sin movilidad en su brazo dominante, Tomás aprendió a usar el izquierdo. Cada línea volvió a ser intuición. Cada plano, un esfuerzo honesto por seguir. De esa etapa nació un proyecto personal en el Valle de Guadalupe, una obra íntima que habla de resiliencia, de conexión entre cuerpo y territorio. “Mi trazo ahora viene del alma, no solo de la técnica”, dice. Y en esa frase cabe todo.

Ortiz se mueve con la facilidad de quien entiende dos mundos. Lo binacional no es moda, es su realidad cotidiana. Diseñó espacios en aeropuertos como LAX, desarrolló un restaurante en Arabia Saudita junto a Michael Chow, trabajó para marcas de lujo como Ferrari, Infiniti o Volvo. Su sello está en la mezcla, en el ritmo, en la intuición de alguien que sabe leer entre líneas, que entiende las reglas pero también sabe cuándo romperlas.

Tomás

Hoy se habla de sostenibilidad, de inclusión, de arquitectura con propósito. Tomás ha estado ahí desde antes. Con pasos lentos pero firmes, proyectos que se sienten y con una historia que apenas empieza.

Recuerda que Verest Magazine también está en redes sociales.

¡Disfruta más Experiencias Verest!

Madrid y sus resorts te regalarán un descanso reparador