La Ciudad de México es un destino con muchos sabores y aromas que deleitan hasta los paladares más exigentes. La riqueza gastronómica que encuentras conforme te adentras a ella puede llevarte al borde de la locura, pero no en el mal sentido, al contrario, ingredientes que incluso, podrían ser nuevos para tu paladar por las perfectas preparaciones y combinaciones de los chefs, que hacen que comer sea una experiencia sublime.
Y en esta búsqueda de un restaurante de ambiente afable y con una percha elegante, es que llegamos a Belforno, o quizás él llegó a nosotros, es algo que realmente no cuestionaremos. Estando ya ahí, el viaje culinario nos transportó a Italia, porque claro, los sabores y el estilo es completamente de aquel país europeo.
Nuestro ‘guía de turistas’ fue Rodrigo, quien se encargó de hacernos las recomendaciones pertinentes de qué ir probando conforme pasaban las horas entre una charla amena con amigos. Cada uno de los sabores que llegaban a nuestra mesa causaban ese efecto como cuando descubres un nuevo destino, te atrapa desde que lo ves, ya sea por la presentación, el aroma, o ambos.
Historia de verdaderos sabores italianos
Podríamos hablarte de cada uno de los platillos que probamos, pero comencemos diciéndote que las recetas son auténticas italianas, y no lo mencionamos nada más porque sí, te platicamos un poco de cómo es que Belforno abrió sus puertas.
En 2003, el italiano Lorenzo Santini logró cumplir un sueño, abrir su propio restaurante y lo hizo junto con el chef Martín Ventura, en una de las calles más conocidas de Polanco, tres años después el concepto se replicó en Santa Fe, pero en 2013 este se vendió, y sólo quedó la sucursal de Masaryk, Belfiore Ristorante & Pizza, en donde los sabores de Italia quedaron intactos.
Tiempo después tras el fallecimiento de Santini, Paulina Carasa, su pareja, siguió llevando por buen camino ese primer restaurante, pero hace 4 años decidió darle vida a un nuevo lugar, Belforno, con platillos clásicos que buscaban enamorar a los nuevos comensales, objetivo que logró y día tras día lo sigue haciendo.
Por supuesto la innovación no podía quedarse fuera, así que Paulina decidió que lo más importante era traer esas recetas que actualmente son tendencias en Italia. Así que de vez en vez se escapa para probar comida de todo tipo y lugares, para tener ideas que serán transformadas en algo exquisito pero sin perder la esencia que el platillo mismo tiene.
Ahora sí hablemos de los platillos en Belforno
De entrada, debes saber que todo lo preparan en el lugar, lo que le da más frescura a los platillos. Ya sea, el pan, la pizza o la pasta, todo se hace al momento, de hecho, en cuanto llegues, al fondo del restaurante verás un horno de leña donde justo se está cocinando la pizza y el pan.
Como entrada probamos unos Calamares a la parrilla Belfiore, con aderezo de hinojo, limón y aceite de olivo, un vino rosado fue el acompañante perfecto, aunque uno blanco también quedaba bastante bien. De ahí seguimos con una flor de calabaza rellena de queso de cabra con mermelada de higo y trufa, una mezcla de sabores bastante interesante.
Las risas seguían y el bla bla bla estaba a tope, cuando de pronto una interrupción que se veía sabrosa: un Fettuccelle al limón, por supuesto hecho con pasta artesanal, con tártara de camarón, un aderezo preparado con cítricos, aceite de oliva y especias que le dieron un sabor y aroma excepcional, que en sí dicen los que saben, que es como si estuvieras comiendo a orillas del Mediterráneo.
Luego de ello, dimos paso a un Fonduta Di Angelo, que es un costillar de cordero fresco, con una fonduta de asiago DOP y pecorino, con una pequeña cama de papas, aquí ya pedimos un vino tinto, italiano, por supuesto, que fue el maridaje perfecto para este momento. La elegancia europea estaba presente en este platillo.
El toque final
Y bueno, ya era hora de ir cerrando la tarde, y nada mejor que con el toque dulce. Como las opciones son varias, decidimos compartir dos postres. Profiteroles con helado de vainilla y una Panna cotta con frutos rojos. Cuando llegaron ambos platos a la mesa, pensamos que sería un exceso de dulce, pero no, el equilibro en el dulzor es perfecto.
¿Cómo evaluamos esta experiencia culinaria? Muy buena, el lugar, el servicio, pero sobre todo el sazón, hicieron la diferencia. Así es que si nos preguntas a dónde ir a comer en la Condesa, sin dudarlo te diremos que a Belforno. Lo encuentras en la calle Alfonso Reyes 108, en la colonia Hipódromo Condesa, en la Ciudad de México.


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