Crónica de un Match en el Corona Capital

Siempre que vamos al Corona Capital sabemos que la energía es contagiosa, los beats retumban y todos están en su mundo, escuchando a su banda favorita en el escenario.

Aquí entre nosotros, hay quienes llegan con la esperanza de algo más que buena música. Es común ver a la gente con sus celulares, deslizando en Tinder al ritmo de una buena rola. Quizás no es algo de lo que se hable a gritos, pero tampoco es un secreto.

Es más bien como un juego: encuentras a alguien que también va a estar en el festival, charlan de qué sets no se perderán, y quedan de encontrarse cerca de la tarima de Arcade Fire. Sin que sea algo serio, sólo dos personas disfrutando de la música y la posibilidad de una nueva amistad…, o algo más.

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Todo empieza con un swipe

Y así, mientras la noche se llena de luces y sonidos, el festival se convierte en el lugar perfecto para que las historias comiencen. Sin forzar nada, sólo dejando que el ambiente haga su magia, sin mucho alboroto, que sea el punto de partida para algo más que un simple match.

Pero, ¿qué pasa después de que las luces del escenario se atenúan y la última guitarra se apaga? La verdadera melodía del festival comienza a sonar, no a través de los amplificadores, sino en las risas y conversaciones que siguen. Al final, lo que queda del festival son esas conexiones genuinas que surgieron entre la multitud, impulsadas por un amor compartido a la música y, quizás, una chispa iniciada por un swipe oportuno.

Cuando la música se desvanece y el amanecer se asoma, lo que perdura son las amistades forjadas en esos instantes mágicos, esos momentos únicos que, sin duda, serán el tema principal de muchas conversaciones. Historias que, con un poco de suerte y el acompañamiento de la tecnología, podrían transformarse en recuerdos que resuenen mucho después de que el festival cierre sus puertas, dejando la promesa de un encore para el próximo año.