Sus colinas, su aire bohemio y su espíritu innovador siguen siendo irresistibles para viajeros que buscan experiencias auténticas. Aunque como cualquier gran metrópoli enfrenta retos, hoy San Francisco celebra su capacidad de transformar las adversidades en arte, en gastronomía, en magia, que su gente es capaz de crear. El nombre original de la ciudad era Yerba Buena y hacía referencia a una menta silvestre que crecía en la zona, hasta que se cambió oficialmente en 1847.
Nuestro vuelo aterrizó antes de medio día, con el inconfundible sello de Aeroméxico. Este horario es perfecto para llegar a San Francisco, ya que la ciudad todavía no sucumbe al ajetreo de la tarde y el camino para llegar parece abrirse sin resistencia. Desde el aeropuerto, tomamos un Uber, la mejor opción para desplazarse rápidamente a cualquier zona de la ciudad. Mientras avanzábamos, las colinas de San Francisco nos recibían con su peculiar geometría y la luz del mediodía resaltaba los colores de las casas victorianas.
Pasado, presente y futuro
En esta ocasión, elegimos hospedarnos en el Hotel Argonaut, una joya histórica ubicada en Fisherman’s Wharf. Este edificio de ladrillos rojos, con suelos de tablones de madera y un diseño interior que incorpora baúles de vapor antiguos y telescopios antiguos, combina la historia marítima con el confort contemporáneo.
El museo y centro de visitantes del Parque Histórico Nacional Marítimo de San Francisco se encuentra junto al vestíbulo que en el pasado fue un almacén portuario. Desde nuestra habitación, las vistas a Alcatraz parecen un cuadro vivo y al caminar por sus calles disfrutarás de su afamada herencia marinera y es un buen lugar para comenzar a descubrir la ciudad.
El nombre del hotel hace referencia a los primeros ciudadanos de San Francisco que llegaron en la era de la fiebre del oro del siglo XIX. En aquella época se les llamaba nuevos argonautas por su espíritu pionero. El edificio fue incluido en el Registro Nacional de Lugares Históricos en 1975 y ejemplifica el género de almacén que alguna vez fue predominante en el área costera norte de esta ciudad.
Sigamos recorriendo la ciudad
Después de dejar las maletas y refrescarnos, aquí el tiempo parece deslizarse al ritmo de las olas. Las gaviotas revolotean sobre los transeúntes, mientras en el horizonte se alza Alcatraz, envuelta en la neblina.
El hambre nos guió a Boudin Bakery, con el olor irresistible del sourdough, el pan que cuenta historias de inmigrantes y sueños horneados con paciencia. Además de su inigualable sopa de almejas servida en un tazón de pan recién horneado, este lugar captura el espíritu gastronómico de San Francisco.
Frente al muelle, el aire salado y la brisa marina nos acompañaban mientras observábamos los leones marinos descansando en las plataformas flotantes y los músicos callejeros amenizando la tarde. Aquí Pier 39 tiene tiendas de todo tipo para adquirir algunas joyitas californianas.


Breakfast at Astra
Por la mañana nos esperaban en el Hotel St Regis para platicar y conocer el Distrito Financiero, el cual ha visto un resurgimiento gracias a ambiciosos proyectos de desarrollo inmobiliario como la Salesforce Tower.
O simplemente podemos hablar de la Transamerica Pyramid, símbolo indiscutible del horizonte de San Francisco, ha resurgido tras una ambiciosa renovación de mil millones de dólares, liderada por SHVO, Deutsche Finance y el prestigioso arquitecto Lord Norman Foster. Este rediseño transforma la icónica estructura de 260 metros, inaugurada en 1972 y diseñada por William L. Pereira, en un espacio de lujo que combina modernidad y funcionalidad.
Además de oficinas y áreas recreativas, incluye el histórico Parque Redwood, un oasis con secuoyas que conecta la arquitectura contemporánea con la naturaleza urbana. Con su reapertura, el complejo presenta Pyramid Arts, una serie de exposiciones públicas que celebran la creatividad. Destacan «La Ciudad Vertical», curada por Lord Foster, y una muestra de esculturas de los artistas franceses Claude y François-Xavier Lalanne, abiertas hasta el 28 de enero de 2025.



Mientras la plática transcurría dentro del restaurante Astra, no podemos dejar de lado que probamos un omelet con trufa, sublime. No dejes pasar la oportunidad de comer algo aquí aún si no te alojas en el hotel. Que por cierto nos dieron un tour por sus habitaciones y pues simplemente si quieres estar en el centro del universo en San Francisco éste es el lugar ideal.
Al terminar el desayuno y tener una agradable charla con sobre mesa y paseíto, nos topamos de inmediato con el SFMOMA, el Museo de Arte Moderno, y pues decidimos echarle un ojo, al cabo sólo teníamos que cruzar la calle. La siguiente parada es un imperdible que cuenta la historia de una lucha universal por la igualdad y el amor libre.
Esta historia no termina aquí
El viaje por esta ciudad de California es interminable, así que te invitamos a seguir leyendo toda la historia completa ya sea en nuestro sitio web o en esta nueva edición.
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Fotografías Umberto Estrada