En este espacio de experiencias celebramos el viaje que se vive con el cuerpo, con el sudor y con esa alma curiosa que siempre busca la aventura más auténtica. Yucatán te extiende una invitación a desentenderte del auto, a redescubrir sus senderos y a poner el ritmo de tu exploración sobre dos ruedas.
Te prometo que hay pocas maneras tan honestas de palpar el latir de esta hermosa tierra como el cicloturismo que florece en la península. Este retorno nos regala el tiempo valioso para degustar cada paisaje, cada aroma y todo encuentro genuino con la gente local.
La Mérida que se revela al rodar
Mérida es reconocida por su gran seguridad. Su doble vida se revela al subir a la bici y recorrer sus espléndidas casonas porfirianas. Los miércoles y primeros sábados del mes, el famoso Paseo de Montejo se transforma en un enorme espacio de convivencia donde miles de familias ruedan con música en vivo.
Te animo a que te sumes a la ya clásica Biciruta Nocturna y sientas la historia bajo tus pies, entre luces, deliciosa comida callejera y ese ambiente de bienestar que se respira. Las ciclo estaciones y los tours guiados facilitan que te adentres a pedales desde los barrios más antiguos hasta íconos recientes como el majestuoso Gran Parque La Plancha, listo para ser conocido.

Rutas mayas, historia y frescura subterránea
El verdadero encanto del cicloturismo yucateco se despliega fuera de la capital. Sus caminos enlazan una naturaleza imponente con la gran historia maya. Desde la preciosa capital puedes tomar recorridos hacia las históricas haciendas henequeneras, transitando los antiguos sacbés o caminos blancos que usaban nuestros ancestros.
Prueba a perderte un rato en Izamal, la ciudad amarilla, donde podrás recorrer sus calles empedradas hasta el Exconvento Franciscano y descubrir esos talleres de artesanía local. Y si la sed aprieta, lánzate a la Ruta de los Cenotes. En Homún, donde la emoción de pedalear culmina con un baño refrescante en esas maravillas naturales de agua cristalina.
Un viaje que se saborea con el pedal
Viajar en bicicleta aquí no exige ser atleta. Solo te pide el corazón abierto y grandes ganas de asombrarte con cada parte del entorno. Las agencias locales ofrecen renta de equipo y guías expertos, pensando en recorridos para todos los niveles de esfuerzo.
Pedalear en Yucatán es detenerse a platicar un buen rato con un artesano, saborear un agua de chaya recién hecha o simplemente escuchar el armonioso canto de los pájaros en la selva. Te invito a vivir la cadencia de la tierra. Tómate la vida con calma y regresa con una maleta repleta de anécdotas inolvidables.
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