Durante el Tianguis Turístico México 2025 en Baja California, los pasillos se llenaron de mapas, promesas, aromas de café, conversaciones a media voz. Entre los pabellones, Zacatecas se alzó sin necesidad de estridencias, firme en su elegancia de cantera rosa, con la mirada puesta en el futuro sin soltar las raíces. Allí nos recibió el Secretario de Turismo del estado, Le Roy Barragán Ocampo, quien con tono amable y mirada encendida compartió no sólo las estrategias de promoción turística sino una invitación sutil, casi poética, a recorrer Zacatecas como quien entra a una biblioteca antigua o se sienta a ver llover.
Dijo que este año la Carrera Panamericana regresa, justo en su 75 aniversario. El 16 de octubre, las calles de la ciudad volverán a escuchar motores históricos rugiendo entre iglesias coloniales y curvas de montaña, en un espectacular cierre, que no es sólo deportivo, también es emocional, casi cinematográfico. La noticia no quedó aislada, se firmaron también convenios de colaboración que impulsarán la capacitación turística, la creación de productos regionales y la protección de su gastronomía como patrimonio, como legado. Escuchar al secretario hablar de la cocina zacatecana fue como escuchar una receta en voz baja, con reverencia.
Zacatecas es capaz de seducirte de cualquier manera, ya sea con poco o mucho presupuesto, el viajero encontrará algo más valioso que el lujo: el asombro. No se trata de una lista de cosas por hacer, sino de instantes que se abren y se quedan. Como el atardecer visto desde el mirador del Cerro de la Bufa, donde el cielo se rompe en tonos que parecen sacados de una pintura de óleo. Desde ahí se ven tejados, torres, plazas. Ahí también está la Tirolesa 840, el Museo Toma de Zacatecas, el Teleférico, el Templo de Nuestra Señora del Patrocinio. Pero todo eso se disuelve un poco cuando el sol baja, y lo único que queda es el silencio y una luz naranja entre las piedras.
Una ciudad que celebra siempre
Zacatecas no necesita esperar diciembre para llenarse de luces. Aunque, claro, su Festival de Navidad convierte las calles en un sueño invernal con luces cálidas, clima fresco, puestecillos, árboles iluminados. En agosto, llega La Morisma de Bracho, un desfile histórico con ecos del siglo XIX y corazones que laten al ritmo de tambores. En junio, la Cabalgata Toma de Zacatecas honra la historia con caballos, música, orgullo. Son fiestas que no se observan desde lejos, se viven desde dentro.
Tres festivales, una ciudad que se transforma
Uno no conoce realmente Zacatecas hasta que lo ve convertirse en escenario. El Festival Cultural —durante Semana Santa y Pascua— ofrece teatro, danza, conciertos, en plazas y callejones. El Festival de Folclor Internacional es un carnaval de identidades, donde danzantes de México y el mundo cruzan miradas y ritmos. Y en octubre, el Festival de Teatro de Calle toma la ciudad por sorpresa, y el espectador ya no sabe si está viendo una obra o siendo parte de ella. Todo gratuito, todo profundamente humano.


Cantera, calles, secretos
Caminar Zacatecas es caminar su historia. La Catedral Basílica, el Teatro Fernando Calderón, el Templo de Santo Domingo, el mercado González Ortega, las plazuelas. No hay ruta trazada, sólo la certeza de que cada calle es una página y cada piedra tiene algo que decir. El color rosa de la cantera cambia según la hora, y la ciudad se transforma sin necesidad de maquillaje. Es una ciudad que se ofrece a la contemplación, que no pide nada a cambio.
Pueblos Mágicos con alma propia
Guadalupe resguarda joyas de oro y estuco en su convento y la Capilla de Nápoles, y alberga el Museo de Guadalupe, Patrimonio Cultural de la Humanidad. Villanueva permite mirar hacia atrás con su zona arqueológica La Quemada, donde las ruinas aún guardan el aliento de los antiguos. Y Jerez, cuna de Ramón López Velarde, canta con tamboras y tostadas, con museos, con sierras que parecen pinturas naturales y fauna que se mueve con sigilo: venados, gatos monteses, coyotes. Todo late, todo invita.



Zacatecas no compite, comparte. No presume, propone. No grita, canta. En el Tianguis nos recordaron que hay destinos que no se consumen, se habitan. Que hay territorios que no se recorren, se sienten. Que hay lugares como Zacatecas, donde lo cotidiano se vuelve extraordinario si uno sabe mirar.
Recuerda que Verest Magazine también está en redes sociales.
- IG: @verestmagazine
- FB: @verestmagazine
- TW: @MagazineVerest
¡Disfruta más Experiencias Verest!