En la ciudad de los Palacios se esconden joyas que muchas veces pasan desapercibidas por el ajetreo y ritmo tan veloz, los viajeros son más propensos a dar con aquellos lugares que han trascendido en el tiempo.
En el Centro Histórico emerge elegantemente la Casa de la Luz Hotel Boutique, un espacio catalogado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) como un monumento histórico protegido por la nación, siendo una de las primeras propiedades de Hernán Cortés en la Nueva España y que en su interior, para ser más exacto en su terraza, se encuentra Tezontle.
Su nombre hace alusión al ‘divino material’, también conocido como piedra pómez, rufa o colorada, con la cual fue construida la propiedad y que tuvo gran importancia en la construcción principalmente en el siglo XVII, pero inclusive antes de la llegada de los españoles ya era utilizado.
De la cocina…
Los chefs ejecutivos Jorge Sibaja y Ezequiel Garnica, ambos nativos del estado de Oaxaca, son los líderes de este proyecto gastronómico, y su objetivo principal es resaltar la gastronomía tradicional mexicana y compartir su pasión por la cocina con todos sus comensales tanto locales y aquellos viajeros que gustan del buen comer.
Hablar de la cocina oaxaqueña es hablar de un conjunto de conocimiento ancestral transmitido de generación tras generación, manifestado por medio de ingredientes, procedimientos y técnicas que hasta hoy continúan en constante evolución.
Con más de 15 años de experiencia en la gastronomía, el chef Sibaja es un cocinero mexicano enamorado de su familia, tradiciones y su trabajo. Su mente vuela entre los sabores de Oaxaca, Yucatán y España, todos ellos recuerdos de su infancia que han forjado su cocina actual. Su pasión es la metodología y el orden de las cosas, lo que lo ha llevado a diseñar un menú excepcional para el restaurante.
Y el chef Ezequiel Garnica heredó de su madre el amor por la cocina a quien hoy celebra entre cazuelas y música para honrar en cada platillo, como el chef lo describe: “No sé qué me trajo a la cocina, pero hoy sé que de aquí no me quiero ir”.
A la mesa
Hemos recibido varios mensajes con anterioridad de algunas dudas sobre restaurantes en hoteles, sobre todo, de que si es posible comer sin ser huésped. Y la respuesta en la mayoría de las veces es sí. Sólo recomendamos siempre hablar por teléfono, preguntar e inclusive reservar.
Aquí en Tezontle, sólo saludamos en el Lobby, preguntamos por el lugar y nos mandaron al elevador hasta el último piso. Al salir empiezas a vivir Oaxaca, con un adorno muy peculiar del barrio de Jalatlaco y un mural inmenso que semeja un bordado de un traje que portan las mujeres de Tehuantepec o de Juchitán; la diferencia entre ambos es el olán u orilla en la parte inferior de la prenda.
La mesa está lista y de inmediato te reciben con un coctel dispuesto a calmar un poco el calor, Hernán Cortés y Mayahuel fueron los favoritos. El carrito de salsas, llega para escoger la adecuada y prepararla en el momento.
Cabe mencionar que la comida es basta, así que tomen precauciones y si van en familia o amigos, pedir al centro es lo mejor, no duden en probar la tlayuda, ya sea sólo con quesillo, tasajo, chapulines o ¿por qué no? de todo, o mitad y mitad.
Sabores de tradición
El platillo que nos sorprendió bastante es el Caldo de Piedra, como su nombre lo indica, literal se coloca una piedra a muy alta temperatura para cocinar al instante, en la jícara donde la cebolla, pescado, camarón y algunas hierbas de la zona harán un caldo muy especial.
Este guiso es originario de San Felipe Usila, en la región de la Cuenca y es una tradición que sólo son los hombres los que lo elaboran a manera de homenaje a las mujeres, a la orilla del río. Vivir esta experiencia te volará la cabeza y te dejará con el antojo de viajar y vivirlo tú mismo.
No podríamos hablar de Oaxaca sin mencionar sus 7 moles y aquí los preparan muy bien, desde el negro, amarillito, coloradito, verde, chichilo, mole rojo y el conocido como manchamanteles. Pero lo que más destaca es la elección de proteínas adecuadas a cada uno de ellos.
Para postres, hay una variedad muy peculiar, desde jericallas de coco con un toque de frescura tropical que hará que cada bocado sea una experiencia inolvidable. Además, podrán deleitarse con el buñuelo de viento, una auténtica delicia crujiente que evoca los sabores y aromas de la cocina mexicana.
Pero nuestro favorito fue el plátano del carrito, una interpretación magistral de uno de los postres más icónicos de la Ciudad de México. Con su mezcla perfecta de sabores y texturas, es un homenaje a la tradición y el ingenio culinario mexicano.
Esta experiencia culinaria no termina aquí
Sumérgete en un viaje culinario sin igual, donde podrás elegir entre cinco diferentes menús cuidadosamente diseñados. Cada menú consta de diez tiempos de degustación, además de un coctel de bienvenida para empezar la velada con el pie derecho.
A medida que saboreas cada platillo, los chefs te llevarán a un viaje sensorial contándote la historia y el origen detrás de cada bocado, desde la inspiración previa de la creación hasta los secretos de la preparación. Para saber en dónde se encuentra este delicioso lugar, te invitamos a leer la edición de abril de La Revista, en el siguiente link.
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