Vosta panorámica de Saint-Tropez en verano, con yates en el puerto, junto al mar Mediterráneo.

Saint-Tropez en verano: el destino más exclusivo del Mediterráneo

Con los pies en la arena, una copa en mano y el corazón puesto en el Mediterráneo, así es como se debería vivir el verano. Y si a esta escena le sumamos uno de los destinos más glamurosos de la Riviera Francesa, el resultado es una escapada inolvidable. Visitar Saint-Tropez en verano reúne todo lo que define el lujo: paisajes idílicos, atmósfera sofisticada, y experiencias para disfrutar sin prisas en este rincón del sur de Francia. Para muchos, no sólo es un viaje, es un estilo de vida.

Ubicado en la región de Provenza-Alpes-Costa Azul, este pequeño puerto pesquero transformado en símbolo de sofisticación y dolce vita mediterránea, recibe cada temporada a viajeros, artistas, diseñadores y celebridades que buscan lo mismo: disfrutar sin prisas, rodeados de belleza, ya sea por sus yates atracados, terrazas que se abren al sol, boutiques elegantes, pero sobre todo ese azul del Mediterráneo que parece eterno.

Podemos decirte que es uno de los destinos más deseados. Sus playas, su ritmo relajado, los cafés frente al mar y una energía sofisticada pero despreocupada lo convierte en un lugar donde todo se vé, e incluso se siente hasta más bonito.

Su fama, se podría decir que se consolidó en la década de los años 50 cuando la actriz Briggitte Bardot fue a aquella ciudad para protagonizar la película ‘Dios creó a la Mujer’, inmortalizando así la belleza del destino, sin dejar de mencionar las visitas que Bardot hacía por sus playas y sus pintorescas calles; desde entonces sigue como un punto de encuentro para viajeros exigentes.

¿Qué ver en Saint-Tropez?

El centro histórico es ideal para perderse sin prisas, pues te encontrarás con callecitas con encanto, galerías de arte, plazas tranquilas y detalles que enamorarán en cada esquina. Caminar por el Puerto Viejo es casi obligatorio. La vista de los yates frente a las casas color pastel, o el aroma del café recién hecho y el vaivén de los visitantes te envolverán de inmediato.

Desde ahí puedes subir al castillo y recorrer la Citadelle de Saint-Tropez, una fortaleza con vistas espectaculares. También vale la pena visitar el Musée de l’Annonciade, donde cuelgan obras inspiradas en la luz de esta costa, que llevan la firma del pintor francés Matisse, del artista desarrollador del puntillismo Signac y del fundador del movimiento artístico fauvismo, Derain.

Una escapada con sabor a mar

Pero espera, ninguna visita a Saint-Tropez está completa sin pasar una tarde en la Playa de Pampelonne, considerado con uno de los lugares más icónicos del Mediterráneo. Su belleza radica en su oleaje suave, las aguas cristalinas y su arena dorada y fina, además, en esta zona de Costa Azul se encuentran los clubes de playa más exclusivos como por ejemplo Club 55 o Nikki Beach.

Aquí, la fórmula es simple: música suave, comida deliciosa, una copa de vino rosado bien frío y la certeza de que estás justo en el lugar correcto. Además, seguro te encontrarás con algún integrante de la socialité, o famosos deambulando por estas latitudes, sobre todo en verano. Aunque también encontrarás playas que están un poco alejadas del bullicio y que son perfectas para que te lleves un buen libro y dejes que el día se te escape entre letras y chapuzones.

Comer bien y bonito

La experiencia gastronómica es otro punto fuerte. Desde bistrós locales hasta restaurantes con estrella Michelin como La Vague d’Or, con tres, dirigido por el chef Arnaud Donckele, quien combina la cocina de mar y tierra. Saint-Tropez ofrece sabores que combinan la frescura provenzal con técnicas francesas y productos del mar.

Encontrarás también Arnaud Donckele & Maxime Frédéric at Louis Vuitton, con una estrella, que se encuentra en el hotel White 1921; en este templo del sabor podrás deleitar a tu paladar con salmonete, bottarga, rouille de verduras con vino de naranja, y de postre un helado de melocotón y almendra con sabor a caléndula.

Por la noche, las terrazas se llenan de luces suaves, música discreta y platos que llegan entre copas de vino. Aquí te darás cuenta que cada comida se convierte en todo un ritual.

Ah, y un imperdible es la tarte tropézienne, un postre local que mezcla brioché, con crema de mantequilla y crema batida, a menudo aromatizada con vainilla, y un toque de historia de la que te contamos un poco. La creó el pastelero polaco Alexandre Micka, en 1950 y se dice que tuvo que ver con una visita que hizo Brigitte Bardot a su pastelería, quien fascinada por sus dotes culinarios le pidió que realizara un postre para toda la producción pues se encontraba en rodaje. Su encanto fue tal que le sugirió al pastelero que llevara el nombre de La tarde de Saint-Tropez, pero éste prefirió hacerle una modificación.

¿Por qué Saint-Tropez en verano?

Quizás te preguntes por qué en verano específicamente, Sain-Tropez se transforma en un sueño real. Los días son largos, el mar está tibio, las noches invitan a caminar y todo tiene una vibra relajada, sin perder el toque de exclusividad que lo hace único.

Ah, y si eres amante del estilo, este lugar te va a fascinar. Las calles están llenas de boutiques de lujo: Chanel, Jacquemus, Gucci, Dior, Armani,Hermès, Bottega Veneta, Lanvin, Loro Piana. Y si buscas souvenirs diferentes, en el mercado de Place des Lices encontrarás vinos, quesos, piezas artesanales que huelen al sur de Francia.

Aquí, el tiempo parece fluir distinto. El Mediterráneo se vuelve un escenario de una película que te incluye a ti. Entre paisajes, sabores y experiencias, descubres que el verdadero lujo no siempre está en lo que se compra, sino en lo que se vive.

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