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Puerto Vallarta: Festivales y aventuras que se quedan en el alma

Todo comenzó con una conversación en el Tianguis Turístico México 2025, celebrado en Baja California, mientras el sol se colaba entre las carpas blancas y los destinos del país desfilaban con orgullo frente a los ojos del mundo. Ahí, entre mapas, brochuras y anuncios de nuevas rutas, Alejandra Cornejo, Directora de Turismo y Desarrollo Económico de Puerto Vallarta, habló con firmeza, pasión y una sonrisa que delataba complicidad con el mar. Su misión: recordarnos por qué Puerto Vallarta no es solo un lugar al que se llega, sino un lugar al que se regresa.

Reconocimiento, conectividad y hospitalidad

Puerto Vallarta fue nombrado “Top Destination México 2025” por Tripadvisor, no por casualidad, sino por mérito, reseñas sinceras y memorias compartidas por millones de viajeros que han probado su cocina, pisado sus playas, sentido su ritmo, dormido con la brisa en la cara. En el mismo evento se anunció una nueva ruta aérea de Volaris que conectará Morelia con este destino jalisciense, reforzando el entramado que une a México a través del cielo.

Tres festivales que definen el alma del destino

Cada año, tres festivales toman las calles, los restaurantes y el corazón de Puerto Vallarta. El primero es Restaurant Week, que celebrará su 21ª edición del 15 de mayo al 10 de junio de 2025, con más de 40 restaurantes ofreciendo menús especiales. No se trata solo de comida, sino de narrativas servidas en tres tiempos, de chefs que transforman ingredientes locales en postales comestibles, de mesas frente al mar donde el sabor se mezcla con el oleaje.

Luego viene Vallarta Pride, una de las celebraciones LGBTQ+ más importantes de América Latina. Durante una semana, la ciudad se convierte en un desfile de colores, respeto, arte y libertad. Alejandra lo resumió en una frase: “Puerto Vallarta no tolera, celebra.” No importa de dónde vengas, aquí todos encuentran espacio, voz, baile.

Y finalmente Festival Gourmet Internacional, en noviembre, una cita obligada para los amantes de la alta cocina. Chefs invitados, cenas maridaje, clases maestras, ingredientes del Pacífico convertidos en platos que cruzan fronteras. Aquí no se come, se vive.

Aventuras entre la jungla, el mar y la historia

No todo sucede en el centro ni en las cocinas. Puerto Vallarta también invita a explorar. Un paseo en yate a Yelapa revela la otra cara del Pacífico, aquella donde los acantilados se derraman en playas escondidas. En el Jardín Botánico se descubren 8 hectáreas de flora tropical, antes de llegar a Rancho Los Veranos, donde la raicilla y el tequila se degustan como quien escucha una leyenda.

La biodiversidad del Estero el Salado, con sus manglares y cocodrilos que parecen eternos, se recorre en lancha mientras un biólogo cuenta secretos del ecosistema. Más allá, las islas de Los Arcos de Mismaloya flotan como guardianes del fondo marino, hogar de peces multicolores y secretos submarinos.

Un paseo en vehículo todo terreno lleva a través de la Sierra Madre, cruzando ríos, curvas, árboles que huelen a tierra mojada. Luego, una pausa, una cascada, una fotografía mental. Al volver al asfalto, espera San Sebastián del Oeste, un Pueblo Mágico de nostalgia minera, niebla suave y cafés humeantes.

Sabores que cuentan historias

La oferta gastronómica no termina con los festivales. Puerto Vallarta es un catálogo de sabores. Desde trattorias frente al mar, bistrós escondidos, cafeterías-librerías hasta restaurantes de autor con estrellas invisibles pero bien ganadas. Aquí, comer es conocer el alma del puerto. Incluso una masterclass de tequila, mezcal y raicilla puede convertirse en ritual, sobre todo si se realiza al atardecer frente a la playa.

Isla del Río Cuale y otras pausas necesarias

El Río Cuale serpentea entre puentes colgantes, mercados de artesanías, museos que aún huelen a madera. Es el lugar perfecto para detener el tiempo, caminar sin prisa, comprar algo hecho a mano que luego se convierte en recuerdo tangible. La ciudad invita a ese ritmo, a ese vaivén, igual que su malecón con esculturas surrealistas y atardeceres que no necesitan filtro.

Puerto Vallarta se vive en sus calles y su gente entre sabores y festivales. Aquí cada visitante se convierte en cronista, cada viaje se transforma en relato, quizás por eso los viajeros repiten el destino para vivir una nueva historia una y otra vez.

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