Pinocho, el saber ser… humano

Desde que la novela infantil de Carlo Lorenzini, apodado Collodi, se publicó en forma de libro completo en 1883, Las aventuras de Pinocho ha sido adaptada a la gran pantalla en 21 ocasiones y en esta ocasión vamos a hablar de la más reciente, dirigida por Guillermo del Toro.

Este famoso muñeco de madera está inspirado en un concepto de alquimia llamado ‘homúnculo’, que significa dotar de vida a algo inanimado y es justamente donde empieza la trama de esta historia. Al recibir el don de la vida de la nada, empiezan a salir a la luz temas morales, como el bien o el mal, temas reales como enfrentar la pérdida de un ser querido o temas tan nuestros y difícil de digerir como aceptarnos tal y como somos.

La película, que se estrenó en Netflix el 9 de diciembre, es un deleite visual en cada escena, una obra delicada que llevó cerca de 15 años realizarla, es aquí cuando te das cuenta porque el cine está considerado como el séptimo arte.

Pinocho y su gran trascendencia

Guillermo del Toro decidió recrear su historia en la Italia de Mussolini, en la década de los treinta, cuando el fascismo atraía a miles de personas a ese país, lo cual tiene sentido. El personaje original, no se creó con fines ideológicos, pero sí moralistas, para enseñar a los niños los problemas derivados de la irresponsabilidad, el no querer las normas y el empeñarse en sólo divertirse. En sus páginas, la marioneta sólo hacía referencia a que portarse mal y su imprudencia e impulsividad lo conducían a peligros innecesarios.

Y como siempre, la realidad supera la ficción y esta historia se usó realmente en la Italia fascista como propaganda política para atraer a niños y jovencitos a las filas del ejército.

Más que sólo un juguete de madera

Tal como lo ideó Collodi, el libro es una mezcla entre humanos y monstruos que interactúan sin parar. ¿Y quién mejor para hablar de historias de monstruos? Así es, Guillermo nos transmite seres que se supone deben dar miedo, sin embargo, tienen ternura y sensatez, sólo les temen quienes deben temerles. A su vez rodea a Pinocho de humanos que muestran esa decadencia siniestra y con el peligro siempre acechando para caer en un círculo vicioso.

Cuando se le dio vida a su Pinocho, Del Toro siempre tuvo la certeza de que parte de él tenía que estar hecho de madera mexicana. De hecho, Sebastián J. Grillo narra que en sus múltiples viajes ha conocido muchos tipos de madera, y fue justamente en el Taller de Chucho en Guadalajara Jalisco, que se dio cuenta de que nunca hallaría una como la mexicana, por lo que decidió convertirla en su hogar, al comprender que es imposible de derribar.

Guillermo siempre pensó que era fundamental que la vida y la muerte tuvieran un diálogo a través de Pinocho, “Quería hablar de la muerte como un ente necesario, hermoso, profundo. La vida sin la muerte no tiene sentido, si algo no acaba nunca empezó”.

A veces pienso que la vida es una ironía, un día antes del estreno mundial de la película, la señora Guadalupe del Toro lamentablemente falleció, ella fue quien sembró ese interés por la marioneta a Guillermo, regalando un Pinocho de madera cada cierto tiempo, simplemente agradecemos y mandamos nuestro amor a Guillermo y a su madre.

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