Maridar experiencias un privilegio para los sentidos

El maridaje de los vinos es posiblemente uno de los temas que más controversia crea en torno a la enogastronomía.

El vino es un tema de vida, es tan diverso como las personas en el mundo, cada cepa habla de su terruño, de su clima, se expresa en la copa, como las personas en su andar. Es así como existen los diferentes tipos de maridaje.

Se están quedando atrás las reglas clásicas de maridar blancos con pescados, carnes rojas con tintos con paso por barrica. Hoy gracias a la diversidad de variedades de uvas, vinos, blends y bodegas, las posibilidades de maridaje son infinitas y a la vez hace que esta práctica se complique excepcionalmente.

No olvidemos que, aunque existen “reglas” y pautas, el maridaje es una cuestión de gusto, y recurrimos a la frase “si a mí me gusta, ¿por qué tendría que saber mal?”.

La hora de la verdad es cuando el destino final de una buena botella de vino es la mesa. La comida y el vino definitivamente fueron hechos el uno para el otro. Pero el llamado arte de maridar no es exclusivo para ese matrimonio, se marida cualquier cosa que denote una experiencia en los sentidos; es una práctica, pero para mi es el resultado de la satisfacción completa.

Por ejemplo, es como cuando llegas a Tequila, Jalisco, vas en tu auto, escuchando tu música preferida, comienzas a observar los valles azules, efecto del agave tequilana weber, te acercas más y comienzas a olfatear la penca fresca, después el agave horneado, caramelos, fermentados, entras a una bodega y bebes tu primer sorbo de tequila, tu cerebro jamás lo olvidará, maridar es entrometer a todos sin poner de antemano a nadie, a los sentidos me refiero. Es ¡La experiencia!

También maximiza la experiencia gastronómica tomando en cuenta las reglas básicas del equilibrio o de la búsqueda de él, texturas, aromas y sabores es lo que buscamos para poder hablar de algunos de los estilos. Complemento, el que todos vivimos sin darnos cuenta, es el que para mi es el perfecto, el que no se rebusca, se vive, así como llegar, pedir y disfrutar. De Monterrey, una tarde de carne asada y una cerveza es el ejemplo perfecto.

Sabores que se complementan

De contraste, con este maridaje buscamos obtener nuevas sensaciones, despistar al cerebro con algo que no tendría sentido pero que al final lo tiene todo. Pasar por unos tacos de canasta, de esos que no sabes si sólo sudan o emanan grasa, disfrutarlos con una copa de vino rosado, fresco en temperatura, con la acidez ideal para darle un twist a la grasita y el dulzor perfecto para hacer cálidos los picantes, salir de lo tradicional para buscar el equilibrio a través de sensaciones opuestas. ¡Uuufff, lo más!

Cuando nos toca armar menús y momentos, crear el entorno perfecto para degustar, apreciar y disfrutar, tal cual como cuando planeamos un viaje, toca armar un itinerario, para que una visita sea provechosa, que vaya con el mood de viaje, horarios, tiempos y movimientos, pero al final, el sabor es el mismo o mejor si nos lanzamos a la aventura y conocemos todo con la única regla de maridar lo sentidos y disfrutar nuevamente ¡La experiencia!

Un momento, una copa de vino, una cerveza, la compañía, partir la carne y ver cómo salen los jugos mientras te envuelve el ambiente a tu alrededor, es la oportunidad de crear un entorno y disfrutar…, maridar es la práctica perfecta para crear los mejores recuerdos y vivir un buen momento con equilibrio.

¡Salud!

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