Salimos de la Ciudad de México a bordo de la Cross Sport R-Line de Volkswagen, una SUV que, a primera vista, parece diseñada para aventuras como esta. El sol apenas asomaba en el horizonte mientras tomábamos rumbo hacia Valle de Bravo, y la sensación de libertad que solo un camino abierto puede ofrecer nos invadía por completo.
A lo largo del trayecto, el confort de la cabina y el refinamiento de los detalles interiores nos hacían olvidar el bullicio de la ciudad. La suspensión absorbía con gracia las irregularidades del terreno, y su potente motor 2.0 L TSI 269 hp con 4motion nos brindaba la confianza de un manejo suave y ágil, ideal para la sinuosa carretera que nos conducía hacia nuestro destino final: El Santuario Resort and Spa.
Con cada kilómetro que avanzábamos, el paisaje se transformaba. Los árboles se volvían más frondosos, el aire más fresco, y una sensación de tranquilidad comenzaba a instalarse en nosotros. La tecnología intuitiva de la Cross Sport nos permitía estar conectados, pero en ese momento no necesitábamos nada más que el viaje mismo.
La promesa de lo que estaba por venir, y la música envolvente de su sistema de sonido Harman Kardon, que llenaba el ambiente. Era como si la SUV no sólo nos transportara físicamente, sino también emocionalmente, preparándonos para lo que sería un fin de semana de desconexión y renovación total.
Sabemos que los detalles hacen la diferencia y en un viaje en carretera más, y cabe señalar algunos de ellas como su selector de velocidades shift-by-wire, testigo de pérdida de presión de neumáticos, sistema Keyless Entry en las 4 puertas, advertencia de colisión (asistencia frontal) y el sistema de frenado de emergencia, las primeras dos veces te sorprenderá un poco pero ya que lo entiendes, te sientes como el hombre araña al detectar algo antes de que pase.
Una oda al descanso
Llegar a El Santuario Resort and Spa fue como entrar en un refugio, literal y figuradamente. El paisaje, con el lago extendiéndose ante nosotros, parecía una postal hecha realidad. El ambiente era sereno, casi místico.
Pero antes de entregarnos por completo a la tranquilidad que prometía el spa, decidimos hacer una parada en Xian, el restaurante estrella del resort. Desde el primer momento, supimos que no sería una comida común. Xian no es solo un restaurante, es una experiencia que juega con los sentidos y las emociones.
Bajo la dirección del chef Víctor Albarrán, Xian ofrece un menú único en la región, diseñado para conectar con las energías y vibras de cada comensal. Es más que una comida, es una experiencia sensorial completa.
El chef ha creado una propuesta basada en seis energías: solitario, sensitivo, agudo, estructurado, energético y expansivo, cada una de ellas representada por un platillo que, más allá de sus ingredientes, invita a la introspección.
Sentados frente al lago, con un paisaje sonoro de música suave en el fondo, probamos platillos que parecían creados específicamente para nosotros, como si el chef supiera exactamente lo que necesitábamos en ese momento.
Cada bocado estaba cuidadosamente pensado para equilibrar lo físico con lo emocional. Los sabores eran potentes, pero delicados al mismo tiempo, y la presentación de los platillos era impecable. A medida que avanzábamos en la degustación, nos dimos cuenta de que Xian además de alimentar el cuerpo, lo hace también con el espíritu.
Es un lugar donde te redescubres, donde te conectas con la comida y contigo mismo. Fue un recordatorio de que la gastronomía también puede ser un medio para explorar lo más profundo de nuestro ser.
Un Santuario de bienestar total
Con el estómago y el alma satisfechos, nos dirigimos finalmente al spa, donde las promesas de una experiencia transformadora nos esperaban. Cabe señalar que este es de los favoritos de los viajeros; aquí, cada tratamiento es personalizado, adaptado a las necesidades del cuerpo y los deseos del alma.
Las terapias que se ofrecen en el spa de El Santuario son como melodías únicas que resuenan en las profundidades del ser. Ya sea que busques relajación, alivio físico o una exploración más espiritual, aquí encuentras lo que necesitas.
Optamos por la «Sanación Profunda del Alma», un tratamiento que, como su nombre lo indica, toca las fibras más íntimas del ser. Desde el primer toque, sentimos cómo las tensiones se disolvían, dejando espacio para una calma profunda.
El «Vórtice de Luz», por otro lado, es una experiencia que te conecta con una energía casi celestial, perfecta para aquellos que buscan una renovación completa. También hay opciones más tradicionales, como la terapia «Huna Kahuna», o experiencias revitalizantes como el «Yin-Yang Chi», que te equilibran de manera holística. Cada una de las terapias está diseñada para resonar con diferentes aspectos del bienestar. Al salir de ahí es como volver al mundo con una nueva perspectiva, renovado y lleno de energía.
Realidad transformada
El lunes por la mañana, con el cuerpo descansado y el alma llena de gratitud, emprendimos el viaje de regreso. Cada curva en la carretera nos recordaba los momentos vividos entre la conexión con la naturaleza, la introspección a través de la gastronomía, y la paz profunda que sólo un buen descanso puede traer.
Volver a la rutina después de un fin de semana así siempre es difícil, pero saber que lugares como El Santuario existen, lugares donde puedes desconectarte del ruido y reconectar contigo mismo, lo hace todo más llevadero.
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