Hay momentos que parecen extraídos de un recuerdo que aún no sabíamos que teníamos. Así se sintió el taller de pasta en Sepia, ese rincón íntimo en la Roma Norte donde el mar y la tierra se encuentran con la técnica italiana. A partir del 2 de agosto, de 10:00 a.m. a 12:30 p.m., el restaurante abre sus puertas a quienes desean volver al origen: cocinar con las manos, dejar que la harina cuente historias y que el fuego transforme ingredientes simples en algo extraordinario.
Bienvenida con aroma a café y una promesa de algo más
La experiencia inicia suave, casi como un suspiro. Un coffee break que no es sólo un respiro, sino un momento para mirar alrededor, tomar la cocina con calma y dejar que la ansiedad del día se disuelva entre tazas calientes y charlas breves. El mandil blanco, perfectamente doblado, espera sobre la mesa como una promesa. Lo colocamos, y en ese instante algo cambia: ya no somos sólo comensales, somos cocineros.
La guía de un maestro: Julián Martínez
Lo que sigue es una clase, sí, pero también un acto de generosidad. El chef Julián Martínez, con la paciencia de quien sabe y la calidez de quien disfruta compartir, nos lleva paso a paso por el proceso. No hay máquinas, no hay atajos. Aquí todo se hace con las manos, como se hacía en casa de la nonna.
Primero, el tagliatelle con hongos: harina en forma de volcán, yemas en el centro, y ese momento en que todo se une en una masa suave, elástica, viva. Julián nos muestra cómo estirar la pasta hasta dejarla casi translúcida y luego cortarla con precisión. Después, la segunda pasta fresca, diferente en forma y textura, pero igual de mágica. Cada movimiento tiene su ritmo, y en ese ritmo encontramos una especie de meditación.
De la cocina al plato: una recompensa servida con vino
Una vez que las manos han trabajado, llega el momento de sentarse. La cocina de Sepia cobra vida en el plato: las pastas que nosotros mismos preparamos se sirven acompañadas de dos copas de vino elegidas con cuidado y un postre que cierra la experiencia con dulzura. El ambiente cambia; ahora hay risas, orgullo, conversaciones sobre qué tan delgada quedó la masa o quién dominó mejor el rodillo. Es una celebración sencilla, pero profunda.


Este taller es un homenaje a la cocina que se transmite, que se aprende haciendo, que se saborea más cuando nace del propio esfuerzo. El taller de pasta en Sepia es, en esencia, un recordatorio de que las cosas más bellas suceden cuando bajamos el ritmo y nos entregamos al proceso.
A partir del 2 de agosto, las mañanas en Sepia tienen una nueva razón para celebrarse. Ven a descubrir que la pasta, como la vida, es mejor cuando se hace con las manos, con tiempo y con amor.
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