El Cable Car en San Francisco es un transporte icónico de la ciudad.

A través del Cable Car, una serie de rieles dibujan el horizonte

Subir a un Cable Car en San Francisco es dar un paseo por el tiempo, un sube y baja de historia, campanitas y vistas de esas que te hacen decir ‘¡esto sólo puede estar en una película!’ Imagínate, hace más de 150 años, Andrew Hallidie, un tipo que probablemente odiaba las pendientes de la ciudad, dijo: «¿Y si le metemos un cable a todo esto?» Y así, en 1873, nacieron los famosos tranvías manuales, hoy supervivientes de una época que parecía haber quedado en el olvido.

Pero, ojo, el Cable Car además de ser un medio de transporte, es casi un miembro más de la familia de San Francisco. Si alguna vez pensaste que un tranvía no podía ser cool, aquí te cambia la visión. Es el último en el mundo que sigue funcionando a la antigua: tirado por un cable que, en lugar de ser un sistema automático, se maneja manualmente. Y claro, eso lo hace aún más épico.

Durante su época dorada, estos tranvías fueron esenciales para sobrevivir las colinas de la ciudad, pero también pasaron por tiempos difíciles. Después del terremoto de 1906, el transporte eléctrico les dio pelea, pero el Cable Car no se rindió. En 1964, los ciudadanos que amaban su historia y esos bellos sonidos metálicos del tranvía, decidieron que no podían dejarlo ir, y por suerte, lograron que fuera declarado Monumento Histórico Nacional en Movimiento.

El bullicio te acompañará en tu recorrido

El trayecto tiene tres rutas principales, pero si quieres vivir la experiencia más icónica, la Powell-Hyde es la más popular. Empieza en el bullicioso Market Street, pasa por la siempre vibrante Union Square y sube hasta llegar a Fisherman’s Wharf, un lugar donde la comida huele a mariscos frescos y las vistas a la bahía son de esas que te hacen pensar que estás soñando. Pero lo mejor viene cuando se empieza a subir, se siente el desafío de la colina y el ruido de las campanas que te avisan que, sí, ¡estás viviendo el momento!

Si te atreves a ir por la Powell-Mason, un recorrido que también arranca en Market Street y pasa por el siempre acogedor Chinatown, prepárate para perderte entre sus mercados y restaurantes. Y si prefieres un paseo más tranquilo, sin tantas subidas, la California Street es tu opción. Te lleva por Nob Hill y el Distrito Financiero, todo mientras vas disfrutando del ajetreo de la ciudad, pero desde una perspectiva mucho más relajada.

Historias de la ciudad

Es cierto, cada vez que subes a un Cable Car, tu billetera sentirá el golpe (el viaje cuesta 8 dólares), pero créeme, cada centavo vale la pena. Es un recorrido que no sólo te lleva de un punto A a B, sino que te cuenta una historia, te presenta un pedazo de la ciudad que sólo puedes ver desde las alturas de un tranvía. Y si piensas quedarte más tiempo, siempre puedes comprar un pase de transporte ilimitado, lo que te deja disfrutar de la ciudad como un local, sin preocuparte por el tráfico o el costo de cada viaje.

San Francisco tiene un par de cosas que todos deberían ver, pero subirse a un Cable Car es sin duda algo que no se te va a olvidar. Y si te preguntas cómo logran mantener todo funcionando, te cuento que no es barato. Cada dos meses, los cables que dan vida al sistema deben ser reemplazados, y eso cuesta una buena cantidad de dinero, pero es una inversión que la ciudad está dispuesta a hacer, porque saben que lo que ofrecen no se encuentra en ningún otro lugar del mundo.

Así que la próxima vez que estés en la ciudad, busca un Cable Car y súbete para realizar ese viaje por el alma de San Francisco. Y, quién sabe, tal vez en el trayecto veas a los chicos de Fugazzi hacer sus locuras por la ciudad.

¡Disfruta más Experiencias Verest en La Revista!

San Francisco: Un lienzo de historias en movimiento

Revista enero-febrero San Francisco, un lienzo de historias en movimiento.

Recuerda que Verest Magazine también está en redes sociales.