El rebozo, tradiciones que se hilvanan

Los atributos culturales en México se han construido a base del trabajo de las personas que producen. Algunos en vasijas, otros en madera, pero siempre buscando más allá de símbolos, una identidad. El rebozo es una expresión individual que a través de sus hilos envuelve la feminidad en su manto y la liberan con sus rasgos más mexicanos que puedan existir.

Desde la época prehispánica se usaban las tilmas que utilizaban para abrigarse y transportar casi todo. Esta prenda se creó en los inicios de la Nueva España y su modo de elaboración se le atribuyó principalmente a la mujer mestiza, ya que en su momento cumplió una función de distinción social.

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También tuvo un propósito religioso, pero después se convertiría en un emblema mexicano, las mujeres de la Revolución vestirían rebozos y las Adelitas lo adoptarían como una vestimenta que caracterizaría a la mujer revolucionaria.  Ahí, con ellas, se dejó de llevar como mero accesorio, ahora se mostraba cruzado sobre el pecho para guardar los cartuchos de munición y salir a la lucha. 

El rebozo ha tomado un papel importante debido a su multifuncionalidad en la vida de la mexicana y como parte de la indumentaria tradicional y debemos reconocer sus transformaciones simbólicas. Por ejemplo, sirve para cubrir del sol, la lluvia, cargar bebés o acarrear objetos, es decir, se trata de una prenda que abraza y da soporte en la vida de quien lo porta.

Hay cerca de 15 pasos para elaborar un rebozo, que van del devanado, urdido y pepenado, hasta el teñido, almidonado y empuntado; este último es el proceso que lleva más tiempo, hasta cuatro meses para elaborar una pieza.

El rebozo: más que sólo una prenda

El municipio de Santa María del Río, en San Luis Potosí, se considera la cuna del rebozo y en el mes de agosto se lleva a cabo la Feria del Rebozo. En Tenancingo, Tenango y Tejupilco, pertenecientes al Estado de México, también se elaboran estas prendas, así como La Piedad y Tangancícuaro en Michoacán, Tepexi de la Seda y Tepeji del Río de Ocampo en Puebla, Moroleón y Valle de Santiago en Guanajuato y Chilapa en Guerrero, por mencionar a algunos.

El rebozo va más allá de una simple prenda multifuncional, pero si de pensar su cometido se trata, en él no sólo se traza un diseño, más bien se hilvana un legado que supera tendencias porque es una herencia que fortalece las tradiciones, momentos que determinaron tiempos y épocas distintas para distinguir lo que es el México moderno y con el que la mujer mexicana encontró identidad más que sólo un accesorio.

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