El vapor del café entibia el aire mientras la calle Coahuila apenas despierta entre pasos apresurados. Buscamos ese refugio donde el aroma a pan horneado detiene el reloj y nos ofrece un consuelo dulce. La vitrina de Cardín exhibe tesoros que parecen contar historias de otros tiempos con un lenguaje actual.
Un encuentro entre el cardamomo y el mazapán
Al morder una miga de naranja que libera destellos de cardamomo en cada rincón del paladar. Esta rosca de reyes evita la monotonía gracias a un relleno untuoso de mazapán de almendra pura. El chocolate derretido y el crumble aportan una textura que abraza la suavidad del brioche artesanal.


Axolotes ocultos entre la costra de vainilla
Encontrarás pequeñas figuras de axolotes resguardadas bajo la decoración de chocolate y vainilla de esta pieza. Cada bocado apoya directamente al hospital del Museo del Axolote para preservar esta especie tan mexicana. Es un festín que trasciende el gusto para convertirse en un acto de conciencia colectiva.
Desayunos que celebran la identidad del barrio
Los chilaquiles conviven con el hong kong french toast en una mesa que invita al placer pausado. Probamos el roll de pesto de hoja santa con pepita mientras el queso derretido unifica cada sabor. Un cinnamon latte caliente cierra la experiencia con una nota de canela que persiste en la memoria.

Reservas y rituales en la Roma norte
Podemos apartar nuestra pieza mediana con un anticipo para evitar las filas que serpentean en la acera. Cardín nos recibe con horarios amplios para disfrutar de esta tradición desde inicios de enero hasta mediados. Celebramos la vida compartiendo un pan que cuida nuestras raíces y alimenta el alma de la Ciudad de México.
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