Pepe Salinas

A partir de ahora: una cena con sabor a México y memoria

El atardecer cae sobre el Zócalo de la Ciudad de México. Desde la terraza de El Balcón del Zócalo, el centro vibra en silencio, y por un momento, solo por un momento, todo se detiene. Las luces doradas comienzan a pintar las fachadas coloniales, y en nuestra mesa, empieza otro viaje: uno hacia el alma de la cocina mexicana, reinterpretada con una elegancia casi cinematográfica.

El menú degustación, titulado “A partir de ahora”, no es solo una cena. Es una declaración de principios. Cada platillo está inspirado en la idea de empezar de nuevo, pero sin olvidar el origen. Se trata de mirar hacia el futuro con los pies firmes en nuestras raíces. Y eso, en esta ciudad de contrastes y nostalgia, sabe a algo muy especial.

El sabor de la sorpresa

La primera muestra llega como un susurro: Pepitoria de miel melipona y trufa de aguacate. Un bocado delicado, dulce, casi etéreo. Un homenaje al ingrediente, al territorio, a la abeja ancestral que ha nutrido a México desde tiempos prehispánicos.

Y luego, sin aviso, aparece el platillo que rompe toda expectativa: El Buffet. Un cuadro de texturas y sabores intensos: nopal con harissa de guajillo, salsa de totoaba, polvo de garum y tzatziki hecho con los recortes del día. Es atrevido, provocador. México con guiños mediterráneos, con técnica y emoción. Un platillo que se queda en la memoria, como esas canciones que no sabías que amabas hasta que las escuchas por segunda vez.

Remodelar el pasado, saborear el presente

El desfile de platillos continúa como una coreografía sutil: Ceviche de castacán con recado negro y aire de cebolla morada, seguido por una sorprendente carne vegetal con gazpacho moreliano. Envueltos en elegancia y frescura, cada elemento parece decir: «esto también es México». No uno de clichés, sino uno de historias profundas y sabores reinventados.

Hay momentos que se sienten como pausa. Como cuando llega el pan con mantequilla, bajo el nombre de “Homenaje”. Una reverencia a lo esencial, a lo que nunca falta, a lo que siempre reconforta.

Una despedida dulce, como los recuerdos

La cena concluye con la misma suavidad con la que empezó: Crème brûlée de cebolla, piña y jengibre, seguida de mousse de chocolate con gel de café y sorbete de yaca. Un final inesperado y lleno de carácter. Un cierre que no pretende complacer, sino emocionar.

Salir de El Balcón del Zócalo es volver al mundo, pero con el corazón un poco más lleno. Porque lo que se vivió no fue solo una comida, fue un recorrido por lo que fuimos y lo que podemos llegar a ser, contado con ingredientes, con técnica, con arte.

«A partir de ahora», entendemos que la cocina también puede ser memoria. Y que en cada platillo, cabe toda la belleza de un país entero.

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