Hay lugares que se anuncian primero con el aliento que se condensa frente a nosotros. En los Territorios del Noroeste el frío es un viejo conocido que nos invita a mirar siempre hacia arriba. Viajamos hacia Yellowknife para descubrir que el cielo tiene una forma muy particular de darnos la bienvenida.
La ciencia del brillo en Yellowknife
Estamos parados justo debajo del óvalo auroral, el lugar donde la física se pone guapa para nosotros. Los datos de AuroraMax confirman que tres noches aquí son suficientes para presenciar el fenómeno lumínico. Es un momento de silencio absoluto donde las pantallas del celular pasan a segundo término.
Dormir en lodges como Blachford o refugiarse en los tipis de Aurora Village permite vivir el bosque boreal. Los guías de North Star Adventures conocen los secretos para encontrar los mejores ángulos del cielo. La naturaleza tiene sus tiempos y aquí aprendemos a esperar con una buena dosis de paciencia.

Sabor local y adrenalina en la nieve
La panza también celebra este viaje con un pescado fresco en Bullock’s Bistro que es pura gloria. Brindamos con una cerveza de la NWT Brewing Co mientras el cuerpo recupera el calor perdido. La ciudad ofrece desde hoteles confortables como el Chateau Nova hasta cenas internacionales que sorprenden al paladar.
Explorar los alrededores en motonieve o trineos de perros nos devuelve esa sensación de libertad absoluta. El kicksledding es una aventura que requiere equilibrio y nos regala risas compartidas entre la nieve. Cada actividad cultural en las comunidades locales nos enseña el verdadero valor de la vida en el norte.

Rutas directas hacia el asombro ártico
Volar desde México es más sencillo de lo que parece gracias a las conexiones de WestJet vía Calgary. Air North nos conecta directamente desde Vancouver para aterrizar en el centro de la acción invernal. Tenemos todas las facilidades para que este regalo de la naturaleza sea el cierre de año perfecto.
Estas experiencias se quedan grabadas en la memoria mucho después de que el hielo se derrite. Regresar a casa con el recuerdo de un cielo pintado de verde es algo que todos merecemos. El norte canadiense nos espera con los brazos abiertos y el termómetro listo para la aventura.
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