El aroma del desierto tiene matices que evocan la tierra caliente después de una inesperada lluvia que refresca cada rincón. Es la esencia de un viaje que me llevó a un rincón del norte, donde el paisaje austero de Chihuahua se transformaba. Descubrí que el terruño aquí, generoso con sus contrastes de temperatura, abraza a la vid con un cuidado que forja su carácter. Este lugar revela su alma a través de cepas europeas, una herencia que se ha adaptado por siglos al calor del día y a la frescura de las noches.
La celebración del terruño
El eco de los brindis se oye en los viñedos, una melodía que invita a la celebración de un ritual. El festival de la vendimia en la Hacienda Encinillas es un encuentro anual donde se respira la tradición, el futuro de una industria vitivinícola. La Hacienda es un testigo, una presencia imponente en esta geografía, que ha preservado su esencia histórica desde el siglo dieciocho. Aquí se honra el proceso de cosecha de la uva, mientras se abren las puertas a la cultura, la gastronomía. Cada copa cuenta una historia.
Un recorrido por sus setenta hectáreas, donde la vid se extiende como un manto verde sobre la arcilla, evidencia la dedicación que convierte la materia prima en una experiencia para el paladar. La Hacienda Encinillas se ha posicionado en el mapa global con etiquetas que han recibido distinciones que reconocen la alta calidad de su producción. Su visión va más allá de las fronteras, buscando consolidar el prestigio de los vinos de esta tierra en el mercado internacional. Cada botella, desde las uvas tintas hasta las blancas, expresa una identidad.

Un brindis con el paisaje
La historia de la Hacienda, restaurada en el siglo veinte, se percibe en cada muro de piedra, un testimonio del tiempo y de la perseverancia de sus guardianes. El trabajo de la bodega honra la expresión de cada variedad de uva, en un proceso que equilibra conocimiento, pasión. El vino que surge de esta tierra cuenta un relato sobre el suelo, sobre el clima, sobre una herencia ancestral que ahora encuentra su voz en la modernidad. El desierto chihuahuense, que a primera vista podría parecer un lugar sin vida, demuestra una gran capacidad de transformación.

Este es un viaje que nos recuerda cómo los sueños pueden florecer incluso en los lugares más inesperados, creando una experiencia enológica única en el mundo. La Hacienda Encinillas es un faro en el camino del vino mexicano, un destino para quienes buscan la verdad detrás de cada etiqueta, un lugar que invita a la exploración. El sabor que se lleva del desierto es una promesa de que la calidad y la autenticidad perduran.
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